Vistas de página en total

domingo, 28 de abril de 2013

Carta Nº 01

Siempre buscaste refugio. ¿Recuerdas? Aquella tarde por primera vez quisiste estrenar aquella falda rosa que te habías robado de la colección de reliquias de tu madre, junto con el lápiz labial rojo que afeminaría tu rostro. ¿Cuántos años tenías? ¿Doce o trece? Pero sabías que ya era tiempo.
Era la hora de verte al espejo y apreciarte como la mujer que eras, escarbando tus reflejos y pasiones que comenzabas a encontrar. Ya al verte bella, con la boca pintada de un rojo sangre y aquel vestido cruelmente exacto, comenzaste a llorar haciendo que el rímel jocosamente mal puesto se derritiera sobre tu cara, proporcionándote una especie de lágrimas negras que se aliaban con la gravedad, y fuiste pionera de tu propio sentimiento haciéndote extraña y no entendida en tu propio mundo, en tu propia familia, en tu propia historia.
-        ¡David! - Asustándote, comenzaste a esconderlo todo.
-        Dime, papá.
-        ¿Qué haces, hijo?
Sentías que sus pasos se acercaban a tu dormitorio. ¿Miedo? ¿Vergüenza?
PARA NO DECEPCIONARLO, MENTISTE.
-        Estoy jugando a los soldaditos.
                                                                Att:
                                                                       La novia que nunca tuviste.