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viernes, 25 de julio de 2014

Abandonadas 9 - Final

Kia estaba sentada detrás de Zorro, sujetándola estrechamente bajo el calor del abrigo de unión de piel de oso.
—¿Estás cómoda?
—Sí.
Recorrió el brazo de Zorro con los dedos, rozando la piel cálida y dejando un rastro de piel de gallina a su paso. La sensación de poder le producía vértigo y la empujaba a acelerar las cosas, pero se controló haciendo más lentos sus movimientos.
—Échate hacia atrás, Zorro.
Zorro asintió temblorosamente, se apoyó en el pecho de Kia y cerró los ojos, disfrutando de la sensación de ser amada por fin por su compañera. Las manos de Kia tocaron por fin el estómago de Zorro, haciendo que los músculos saltaran y se estremecieran.
—¿Estás bien? —preguntó Kia, preocupada al oír a Zorro tomar aire bruscamente.
—Sí.
Kia volvió a rozar el estómago de Zorro y la besó delicadamente en la nuca antes de rozarle los brazos con los dedos. Zorro tenía algo que hacía olvidar a Kia lo pequeño que era su cuerpo en realidad comparado con el suyo. De repente, sintió un enorme afán protector hacia ella y volvió a besarle el cuello y por fin subió las manos para coger los pequeños pechos de Zorro.
Zorro gimió y cerró los ojos, agradeciendo que Kia no viera cómo se mordía el labio para evitar gritar. Esto era mucho más de lo que había deseado en su vida. La sensación de los pechos desnudos de Kia en su espalda era maravillosa. Las manos delicadas sobre su cuerpo estaban haciendo que Zorro se sintiera como en un mundo de sueños. Si era un sueño, no quería despertar. Con manos torpes, Kia abrió la parte superior de las polainas de Zorro.
Dejó la mano en el vientre de Zorro para recuperar el aliento. Había escuchado atentamente mientras su padre intentaba explicarle lo que debía hacer, llegando al punto de hacer un dibujo en la nieve con su bastón. Había tenido que volver a empezar varias veces hasta que Kia, parpadeando llena de desesperación y vergüenza, le dijo que lo comprendía. Aliviado, él le había prometido que lo entendería cuando llegara el momento y, efectivamente, mientras sujetaba a Zorro delante de ella, la inundó una sensación de maravilla al subir los dedos por los brazos de Zorro y ver cómo se le estremecía la carne como respuesta. Cada vez que respiraba, cada vez que mordisqueaba cálidamente el hombro de Zorro, la respuesta era un jadeo de deseo.
Los largos dedos de Kia bajaron las polainas de Zorro por sus caderas y finalmente por sus piernas. Zorro, aturdida, intentó ayudarla quitándose las polainas de una patada y estuvo a punto de tirarlas al fuego. Sonrió a Kia con aire de disculpa y soltó una exclamación al ver la expresión de deseo que inundaba la cara de su compañera. La tímida Kia que conocía había desaparecido y en su lugar estaba la diablesa excitada que tenía detrás. Zorro se volvió rápidamente y se quedó mirando fijamente el fuego hasta que le lloraron los ojos buscando alivio.
Kia deseaba que Zorro se diera la vuelta para poder verle la cara, pero se daba cuenta por la postura de la espalda de que había adoptado su personalidad de cazadora. Kia estaba decidida a demostrarle que mostrar amor no era una debilidad. Pegó aún más el pequeño cuerpo al suyo.
—Ahora me gustaría unirme a ti, Zorro. ¿Me aceptas? —preguntó suavemente.
—S... sí —graznó Zorro sin poder creérselo. Volvió a sofocar una exclamación cuando los dedos de Kia acariciaron el vello de su sexo y Zorro perdió el control de la cabeza, la echó hacia atrás y la apoyó débilmente en el hombro de Kia.
—Levanta las piernas, Zorro.
Zorro se sonrojó al levantar las piernas de inmediato siguiendo la orden de Kia, lo cual dejó su húmedo centro expuesto al doble calor del fuego y los dedos de Kia que la exploraban delicadamente.
—Algún día me gustaría volver a ver esto —dijo Kia y entonces ella también se sonrojó. Las palabras eran un pensamiento que no había querido expresar en voz alta. Kia siguió acariciando con los dedos el vello de Zorro y sintió un hormigueo en las puntas de los dedos al notar la presencia de humedad. Recordó que la humedad era buena señal, de modo que siguió acariciando a Zorro con una mano, mientras con la otra frotaba sin parar con el pulgar un rígido pezón y luego el otro. De los labios de Zorro se escapó un pequeño gemido que cortó bruscamente.
Zorro no podía creer lo débil que se sentía. ¿No debería ser ella la que diera este placer a Kia? ¿No debería ser ella la que hiciera a Kia sentirse como una mujer recién unida? Quería decirle a Kia que parase, pero no podía. Su cuerpo no se lo permitía.
Kia tragó, obligándose a acercarse más a la abertura de Zorro, y como esperaba, Zorro pegó un respingo e hizo un gesto para detener a Kia.
—Eres tan bella, Zorro —susurró Kia. Su padre le había dicho que debía decirle cosas bonitas a su compañera: pensó que empezaría por la verdad y seguiría a partir de ahí. Estaba convencida de que Zorro, a su manera y por su forma de caminar y cazar, era realmente bella. Su fuerza atraía a Kia.
Zorro se quedó tan pasmada al oír la tranquila declaración que la mano que tenía preparada para detener a Kia cayó olvidada sobre las pieles. Me ha llamado bella. Sabía por el tono de voz de Kia que ésta lo decía de todo corazón. En ese momento, Zorro, a quien nadie había llamado otra cosa que no fuera Zorro durante toda su vida, entregó su corazón por completo a Kia.
—Tú también eres bella —dijo débilmente y luego deseó no haber dicho nada porque la delicada exploración de los dedos de Kia se detuvo un momento.
—Sólo para ti, Zorro, sólo para ti.
Zorro abrió la boca para protestar, pero sólo pudo jadear, pues los dedos y su propia excitación se unieron para abrir su sexo, por lo que quedó expuesta al aire ligeramente helado y la sensación opuesta del calor del fuego. Kia cerró los ojos cuando sus dedos tocaron la humedad. Sí, esto está muy bien, pensó, acariciando el núcleo de la excitación. Zorro también cerró los ojos e inconscientemente empezó a mover las caderas hacia delante y hacia atrás siguiendo el ritmo de las caricias de los dedos de Kia. Ésta tragó con dificultad y apretó a Zorro, que ahora respiraba pesadamente, contra su propio sexo húmedo. Zorro se echó hacia atrás de buen grado y se pegó a Kia con firmeza y Kia aceleró el movimiento de la mano hasta que los leves jadeos de Zorro se hicieron audibles. Kia levantó más las piernas y apretó a Zorro contra su cuerpo, deslizando el dedo cada vez más cerca de su meta.
Las caderas de Zorro se alzaban de las pieles con cada caricia, haciendo que el dedo de Kia se metiera cada vez más en la abertura caliente y húmeda. Zorro gemía ahora sin disimulos, al haber renunciado a la necesidad de que Kia la respetara por la necesidad más exigente de la satisfacción. Alzaba las caderas sin parar, intentando que Kia se metiera dentro de ella.
Kia gimió en el espeso pelo de Zorro cuando su dedo chocó delicadamente con el himen de Zorro. Ésta estaba tan húmeda, tan empeñada en alcanzar la satisfacción que incluso sus jadeantes gemidos exigían que Kia siguiera adelante hasta alcanzar su meta. Por fin Kia alzó la mano izquierda y le volvió la cabeza a Zorro para poder besarla en los labios.
Por favor, quiero hacerlo bien. Y con este ruego mudo, Kia atravesó el himen de Zorro. Ésta se agarró a los brazos de Kia con fuerza al tiempo que tres gemidos guturales se le escapaban de entre los labios.
Oh, por favor, no, pensó Kia cuando el cuerpo de su compañera se quedó rígido por la invasión y luego se estremeció con más fuerza. La garganta de Zorro emitía pequeños gemidos y los músculos de su sexo aferraban el dedo de Kia con fuerza. El miedo de estar causándole más dolor que placer se disipó, sacó despacio el dedo empapado del interior de Zorro y siguió acariciando su excitación.
El cuerpo de Zorro se estremeció con varias oleadas más de placer y por fin volvió en sí. Se ruborizó muchísimo al darse cuenta de lo que le había pasado. Se avergonzaba de lo débil que había sido bajo las caricias de Kia, pero al mismo tiempo estaba deseosa de volver a sentir el estallido de placer. Se quedó sentada en silencio, temerosa de mirar a la mujer que la sostenía firmemente entre sus brazos como si fuera un cachorrito.
—¿Estás enfadada conmigo, Zorro? —preguntó Kia insegura. Estaba segura de que Zorro había gozado, pero notaba que su cuerpo empezaba a ponerse rígido al recuperarse y sospechaba que Zorro lamentaba lo que había permitido que sucediera. Esta idea angustió tanto a Kia que se apresuró a levantarse para distanciarse un poco de Zorro.
Zorro también se levantó.
—No, espera, Kia, no estoy...
La exclamación sofocada de Kia hizo que Zorro bajara la vista para mirarse y se sonrojó de vergüenza. La palidez de su piel hacía que la sangre que le manchaba los muslos pareciera más brillante de lo que realmente era.
A Zorro se le puso un nudo en la garganta y rápidamente le dio la espalda a Kia, con los hombros hundidos, conteniendo las lágrimas de vergüenza y rabia. Intentó taparse todo lo que pudo con las pieles del suelo. Zorro recordó el momento en que tuvo que pintar a Kia con las bayas: entonces había pensado que la reacción de Kia era exagerada, pero ahora comprendía cómo se había sentido.
Acercándose rápidamente al fuego, Kia se arrodilló, metió un paño en el agua y luego intentó apartar delicadamente las manos de Zorro.
—Puedo hacerlo yo —gruñó Zorro, con la voz áspera por la vergüenza.
Kia levantó la mirada rápidamente, pero siguió moviendo el paño caliente por las caderas y el sexo de Zorro y contestó en voz baja:
—Lo sé.
Kia no apartó la mirada de lo que estaba haciendo al preguntar:
—¿Te ha dolido, Zorro?
—Sí... No, no lo sé... sí, pero no.
Kia asintió y le entregó el paño a Zorro. Se apartó mientras Zorro terminaba de limpiarse.
—No estoy enfadada contigo, Kia. No sabía que iba a ser así. Me he sentido tan débil.
Kia se miró las manos.
—Tal vez no lo he hecho bien, Zorro. Podría... podríamos volver a intentarlo.
Zorro sintió que la tristeza invadía su corazón. Llevaba tanto tiempo soñando con un día como éste con Kia. Ésta incluso había hablado con su padre para poder satisfacerla y ahora creía que no lo había conseguido.
Zorro abrió la boca para hablar y la cerró frustrada cuando de su garganta no salió nada salvo un débil suspiro.
—Kia, yo... Sí que me has dado placer. Nunca he sentido una cosa así. Por favor, mírame, Kia. Ha sido todo lo que siempre he querido, es sólo que me ha dado vergüenza de... —Zorro se calló, incapaz de terminar la frase.
—¿Te ha dado vergüenza de lo que te he hecho sentir?
—No, no lo sé, Kia, no esperaba que fuera a ser así. Creía que la que te daría placer sería yo.
—Pero Zorro, eres mi compañera. A mí también me gustaría darte placer. Todos los días... si quisieras —dijo Kia tímidamente.
—No sé si podría hacer eso todos los días, pero podríamos intentarlo. —Zorro colocó bien las pieles y las abrió, ofreciéndole un sitio a Kia con timidez.
Kia se arrimó a Zorro y ésta la abrazó. Insegura, Zorro movió la nariz por la oreja de Kia, aspirando profundamente como si fuera la última vez que fuera a tener oportunidad de hacerlo. Al darse cuenta de que Kia era ahora su compañera de verdad en todos los sentidos se sintió muy aliviada. Tendría la oportunidad de estar con ella muchas veces, por lo que no había necesidad de correr.
Zorro tumbó a Kia con cuidado y se echó encima de ella, besándole el cuello y la mandíbula y por fin los labios. A Kia ya se le había acelerado la respiración y Zorro notaba que se movía debajo de ella.
Zorro se alzó y bajó los dedos por el estómago de Kia hasta los suaves y húmedos rizos de su sexo. El sexo de Kia ya estaba mojado. Zorro tuvo tentaciones de explorarla ya, pero no quería que las cosas fueran demasiado deprisa para Kia: quería que fuera algo tan especial como lo había sido para ella. Zorro besó el estómago de Kia y luego su pelvis varias veces. Kia pegó un respingo y sofocó un grito, pero las manos delicadas que la sujetaban con firmeza la tranquilizaron. Por fin, Zorro se tumbó entre las piernas de Kia y observó su sexo húmedo.
—¿Zorro? —Kia no deseaba interrumpir. Estaba disfrutando de lo que hacía Zorro, pero ahora se sentía un poco tímida al saberse observada tan de cerca. Se le estremeció el cuerpo con un escalofrío cuando una leve brisa se coló por la pesada piel de cuero que bloqueaba la entrada. Kia volvió a sobresaltarse cuando algo húmedo y cálido la acarició con firmeza entre las piernas—. ¿Zorro?
Al no recibir respuesta, Kia miró entre sus piernas y vio la cabeza de Zorro metida entre sus muslos. La caricia cálida y firme la causaba la lengua de Zorro al introducirse delicadamente entre los labios del sexo de Kia hasta que se abrieron para recibirla en su interior.
Kia jadeó y se tumbó de golpe mientras la lengua de Zorro acariciaba despacio la zona excitada hasta que se hinchó, exigiendo atención. Las caderas de Kia se alzaron involuntariamente y Zorro deslizó la mano por debajo del trasero de Kia para que su pelvis quedara en la posición perfecta para recibir sus atenciones.
Zorro tenía los ojos cerrados mientras saboreaba a Kia. Desde el primer contacto electrizante con la punta de la lengua, supo que era algo que iba a repetir. La primera vez que se enteró de la existencia de esta forma concreta de dar placer, estaba convencida que no era algo que le fuera a gustar.
Ahora, sin embargo, estaba igualmente convencida de que Kia y ella iban a tener que hacerlo todas las noches si quería ser feliz. Los pequeños ruidos de placer que emanaban de Kia eran casi tan embriagadores como la prueba de su placer que Zorro perseguía vorazmente. Zorro seguía inmersa en la experiencia cuando notó que las manos de Kia se hundían en su pelo.
—¡Z... Zorro! —gimió y quiso apartarse de la boca ansiosa de Zorro. Kia no sabía si intentaba parar a Zorro o alargar el placer, pero estaba convencida de que lo mejor en este momento sería hacer un pequeño descanso.
Zorro, por el contrario, sabía lo suficiente como para agarrar las caderas de Kia con ambos brazos. Y con los labios mojados por la esencia de Kia, agarró la excitación de su compañera y empezó a chupar, aumentando la presión hasta que Kia se puso a jadear ásperamente, al tiempo que pronunciaba su nombre y gemía. Zorro soltó las caderas de Kia y le metió una mano entre los muslos. Con un dedo, empezó a distribuir la abundante humedad de Kia hasta que el dedo mojado se situó en la entrada del canal de Kia. Con mucho cuidado, Zorro penetró delicadamente a Kia, haciendo coincidir la succión de la boca con las caricias penetrantes del dedo, metiéndose despacio en el interior de Kia, primero la punta del dedo y luego un poco más. Kia gemía de placer y Zorro se planteó por un momento esperar para tomar la virginidad de Kia. A ella le había dolido un poco y temía que para Kia fuera a ser peor.
Al notar la indecisión de Zorro, Kia alzó la cabeza. El leve movimiento hizo que Zorro levantara la suya. No se molestó en disimular su preocupación ante Kia.
—Zorro, quiero unirme a ti. ¿Por favor? —pidió Kia. Su inseguridad la hizo hablar con timidez y Zorro tuvo que parpadear para asegurarse de que no estaba soñando. Volviendo a cerrar la boca sobre Kia, Zorro juró en silencio que haría feliz a su compañera durante el resto de su vida. La acarició despacio y con paciencia hasta que estuvo tan excitada como antes. Y cuando notó el himen que impedía que Kia fuera totalmente suya, aguantó las ganas de atravesarlo rápidamente y, en cambio, con varias caricias constantes y fuertes, lo fue rompiendo poco a poco hasta que no quedó nada que le impidiera sentir a Kia por completo. Siguió acariciando a Kia, sus labios continuaron acariciando la excitación de Kia mientras su dedo la penetraba delicadamente. Zorro sacó el dedo y con cuidado metió dos y la garganta de Kia emitió un gemido largo y grave. Zorro se detuvo, dejando que Kia se acostumbrara a la sensación, y luego empezó a moverse de nuevo dentro de ella. Al poco, las caderas de Kia respondían a cada empujón con vigor.
De repente arqueó la espalda y de sus labios brotó una mezcla de grito y gruñido. Zorro levantó la cabeza y vio el cuerpo de Kia paralizado por un momento en un arco por encima de las pieles, la piel oscura pintada por el fuego de trémulos tonos anaranjados, y por fin sus caderas cayeron al suelo y empezaron a moverse con creciente frecuencia.
El placer atravesó a Kia cada vez más y se movió más deprisa sobre los dedos de Zorro. El placer continuó en oleadas hasta que Kia temió que se iba a desmayar de respirar con tanta dificultad. Por fin, las oleadas fueron disminuyendo y Zorro se movió más despacio. Cuando Zorro sacó los dedos del interior de Kia, observó la cara de su compañera por si veía alguna señal de dolor. Frunció el ceño preocupada al ver que Kia tenía los ojos cerrados y parecía que seguía intentando recuperar el aliento.
—¿Kia? ¿Estás bien? —susurró Zorro, sin querer despertarla si se había quedado dormida.
—Sí, Zorro, estoy bien —contestó Kia con una sonrisa, aunque seguía sin abrir los ojos.
—Yo... —Kia abrió los ojos y vio a Zorro mirándola con preocupación—. ¿Ha sido...?
—Ha sido maravilloso. Más que maravilloso.
Zorro se pegó más a Kia y no pudo evitar abrazarla con todas sus fuerzas. Lobo Negro se había equivocado. Podía dar placer a su compañera y se lo había dado.
—Mmm, ¿Zorro?
Zorro se quedó paralizada al oír una pregunta en el tono de su compañera.
—¿Sí, Kia?
—¿Me toca a mí otra vez?
Zorro miró a Kia con los ojos muy redondos y algo temerosos.
—Oh... eeeh... tal vez deberíamos esperar... yo... debes de estar... ¿No estás dolorida?
Kia pareció decepcionada un momento y estiró las piernas entumecidas hacia delante. Tendría que aprender a no tensarlas tanto. Estaba segura de que le iban a doler aún más por la mañana. Asintió apesadumbrada.
—Sí, estoy un poco dolorida —reconoció. Suspiró, con evidente cara de decepción. Había querido probar a hacer lo que le había hecho Zorro a ella.
—Bueno, a lo mejor podemos si tenemos cuid...
Kia ya había colocado a Zorro boca arriba y la besaba apasionadamente. Zorro soltó un gran suspiro. Estaba segura de que su compañera iba a necesitar muchas noches como ésta. Zorro sonrió muy contenta. Cosas peores había en la vida.

Tiempo después...


Zorro y Kia entraron en el campamento de invierno. Kia agitó la mano muy emocionada saludando a Miko y a su madre y saltó del trineo antes de que éste se hubiera parado del todo. Zorro intentó ignorar el miedo que tenía de que, tras llevar juntas un ciclo completo, Kia todavía fuera a dejarla.
Lo hacían todo juntas, incluida la caza, y Zorro no podía ni pensar en cómo sería la vida sin Kia. Sólo de pensarlo se ponía mala. Se quedó mirando mientras su compañera, que había echado a correr muy contenta hacia su madre y su prima, se detenía de golpe y se daba la vuelta. Regresó a todo correr y cogió la cara de Zorro entre sus manos. Miró a Zorro a los ojos con ferocidad, pues un ciclo de amar y ser amada por Zorro le había dado una fuerza y una seguridad que nunca habría creído posibles.
—No te quedes mucho tiempo con padre. Te voy a echar de menos.
Besó a Zorro dulcemente en la boca. El beso quiso ser rápido, pero se prolongó y como siempre, Zorro sintió que se le llenaba el vientre de deseo.
Kia terminó el beso y su aliento cálido se mezcló en el aire un momento y luego se desvaneció mientras los ojos azules acariciaban los verdes. Kia soltó la cara de Zorro y con una leve sonrisa, corrió hacia su madre y su prima, erguida y moviéndose con la misma despreocupación que cuando era niña.
Zorro sonrió al verlas abrazarse y bromear unas con otras. Miko ofreció un gran fardo a Kia para que lo examinase. Observó a Kia haciendo carantoñas al bebé y sintió algo de pena por no poder darle un hijo a Kia.
—Bienvenida, Zorro, ha pasado bastante tiempo.
Zorro había estado tan ensimismada mirando a su compañera que no había oído a Nube Blanca acercarse por detrás.
—Nube Blanca. —Zorro le ofreció la mano como un cazador saludaba a otro cazador y se volvió para seguir mirando a Kia, Sunni y Miko—. Me alegro de volver a verte.
—Parece feliz. —Nube Blanca observó a su hija con cara de satisfacción—. Deberías llamarme padre, como Kia.
Zorro miró a Nube Blanca y volvió a mirar a Kia.
—Sí, sí que parece feliz... padre. —Zorro no pudo evitar sonreír ligeramente aunque quería parecer impasible. Estaba segura de que la capucha le ocultaba la cara, pero no quería correr el riesgo, de modo que borró la sonrisa de su cara.
—¿Y tú eres feliz? —Las palabras de Nube Blanca sorprendieron tanto a
Zorro que se volvió para mirarlo con evidente expresión de pasmo.
—Sí, soy muy feliz.
—Bien. Le prometí a la que llamabas abuela que me ocuparía de ti cuando me habló de tu interés por mi Kia hace muchos ciclos.
Zorro tomó aliento y apartó la mirada avergonzada.
—Y... ¿Kia lo sabe?
—Se lo dije cuando vino a vernos y se quedó aquí atrapada. Estaba convencida de que nunca volverías a aceptarla. Era lo único que le daba esperanzas. —Nube Blanca miró a Zorro con una sonrisa en la cara. Zorro se volvió rápidamente, con la cara sonrojada. Hacía mucho tiempo que había confesado su amor por Kia, pero nunca le había hablado de su deseo de infancia de unirse a ella. Nunca le había dicho que la había amado de lejos mucho antes de haberle dirigido la palabra siquiera. Zorro sabía que lo que sentía ahora por Kia era distinto de lo que había sentido entonces. Era real y más fuerte que cualquier cosa que pudiera haber soñado de niña. Pero aún conservaba esos deseos de infancia por su inocencia y porque la habían empujado a ganarse el corazón de Kia, cosa que entonces sólo había tenido la esperanza de que fuera posible.
Una vez más, una pequeña duda enfrió la alegría de Zorro. Miró a Nube Blanca y luego de nuevo a Kia, que ahora sujetaba al bebé en brazos y le hacía cariñitos.
—Nube Blanca. —Se volvió para mirarlo y se encontró con su mirada severa—. Padre... tengo una pregunta.
Nube Blanca puso los ojos en blanco y siguió mirando mientras otras mujeres del campamento de invierno salían para saludar a Kia.
—Me dijeron que las chicas eran más fáciles. No lo sé. Creo que las preguntas son mucho más difíciles de contestar. —Meneó la cabeza al ver la expresión desconcertada de Zorro y dijo—: ¿Qué quieres preguntar, Zorro?
—No puedo darle hijos a Kia. ¿Tú crees... tú crees que será feliz conmigo?
—¿Es que Kia no te ha dicho lo que siente por ti?
Zorro se sonrojó y apartó la mirada de Nube Blanca.
—Sí, me lo dice todas las noches antes de dormir y a veces más.
—¿Dudas de la veracidad de mi hija?
—¡Oh, no, Kia no miente! —dijo Zorro, enfadada con Nube Blanca por insinuar siquiera semejante cosa.
Nube Blanca se rió por lo bajo.
—¿Entonces por qué te preocupas?
—Porque me gustaría darle un hijo. Creo que sería una buena madre.
—Zorro, te voy a contar una cosa. Sunni y yo no pudimos tener hijos. Mi padre dijo que debería tomar a otra mujer porque estaba seguro de que Sunni no era una buena compañera para mí. Yo me negué y un día, cuando había salido a cazar, me encontré un pequeño fardo con un bebé dentro con los ojos como el cielo. Creo que encontrarla fue un regalo. Para nosotros es más importante que si la hubiéramos tenido por nuestros propios medios. Porque la deseamos tanto... es nuestra. ¿Lo comprendes?
Zorro asintió.
—Sí, padre, lo comprendo. —Zorro quería seguir hablando, pero no pudo. Kia, Miko y Sunni se acercaban a ellos, riendo y sonriendo muy contentas.

Nube Blanca observó a Zorro cuando ésta bajó la máscara sin darse cuenta y el amor que sentía por su hija se hizo evidente. La vida y el mundo cambiaban día a día. Aunque su padre nunca habría aprobado una unión como la de Kia y Zorro, él la había visto como una señal de lo que traería el futuro. Cada vez con más frecuencia, su gente estaba entrando en contacto con los pekehas, pues todos cazaban y pescaban en la misma tierra. Su padre habría dejado que Kia muriera. Él no lo había hecho y a cambio había vivido muchos ciclos bajo la mirada cariñosa de una hija. Nube Blanca asintió por dentro al ver a Kia acercarse a Zorro y besarla amorosamente en la mejilla. Sí, estaba seguro de que algún día, si lo deseaban lo suficiente, ellas también tendrían hijos.

7 comentarios:

  1. Hola, sabes siento un Harlem shake de emociones, no puedo creer que sea el final de tan excelente historia :o te has lucido, tu forma de escribir es mágica, tan real que te hace sentir cada letra (espero explicarlo XD) me declaro una fiel seguidora, no todos los días te encuentras con escritoras de tu calidad, esperare ansiosa una nueva historia, saludos desde Honduras :D

    Atte. Mery n.n

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  2. Holaaa!! El final definitivamente es el que merece esta historia tan envolvente!!!! No se que es mejor si el perderse en este capitulo e imaginarse cada una de las escenas q con tan maravilloso detalle describes o entristecer un poco porque ha llegado a su final...Solo me queda por decirte que me encanto tu historia de principio a fin; solo esperaba con ansias cada continuacion, gracias por compartir con nosotros el tiempo que le dedicaste y tu talento!!!! Espero con ilusion algo nuevo de tu imaginacion! Gracias....

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  3. Hola... muy buena historia lastima que llego a su final... Pero no todo lo bueno dura para siempre... solo queda esperar tu nueva obra... Saludos desde Guadalajara...

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  4. hola!!!! me encanto muchísimo esta historia no puedo creer k ya se termino :( ..... solo me queda esperar ansiosa una nueva historia , me encanta tu manera de escribir eres una exelente escritora enbuelbes en la historia y nos enganchas jeje jeje esperaré ansiosa a leer tu nueva historia mi hermosa y yo encantadas de leer tus historias ........ saludos!!!!!!!!!!!! niña

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  5. Pense que habrian mas capis... pero no problem, ha sido una buena historia y como a mi me gusta un buen final... espero otra historia pronto... sos buena escribiendo

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  6. Me encanto la historia es una lastima que llego a su fin
    Solo espero que sigas con mas historias me encanta comi escribes

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  7. hola!!!! ya casi un mes esperando una nueva historia ..... estas bien ..???? me encantaría leer nuevas historias mas pero veo k las abandonadas somos nosotras tus lectoras , ya no nos tengas así por favor escribe mas :) espero y stes bien cuida te

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